La historia de amor de Ibn Zaydun y Wallada ha traspasado la barrera del tiempo

Bien es conocida la leyenda de Romeo y Julieta de Shakespeare, pero en Córdoba podemos encontrar una historia de amor parecida, que ha quedado guardada en la memoria colectiva de los andaluces y que, además, se trata de una historia real.

Los historiadores cuentan que Wallada era una princesa, hija del califa Muhammad al-Mustakfi y una mujer muy influyente en su época, se enamoró perdidamente de Ibn Zaydun, rival de su familia y que también se enamoró perdidamente de ella. Dando clases de poesía se conocieron, y durante su secreto romance se dedicaron una gran variedad de versos.

Poco después, según se relata, Ibn Abdús le tendió una trampa a Ibn Zaydun contratándole una esclava para que cayera en sus brazos, y así fue. No solo eso, sino que Ibn Zaydun le fue infiel en más ocasiones a Wallada con hombres. Cuando Wallada se enteró de la traición, escribió una gran cantidad de poemas mostrando su dolor y traición. Ibn Zaydun por su parte intentó conseguir el perdón de Wallada a través de sus poesías, algo que no obtuvo.

A pesar del dolor y desamor, en su ciudad de origen, Córdoba, se sigue recordando esta historia de enamoramiento, representado a través dos manos que se rozan en el Monumento de los Enamorados en el Campo Santo de los Mártires y el cual tiene grabado versos que estos dos amantes se dedicaron durante su noviazgo.

Estas dos manos que apenas se rozan fue idea del escultor Pablo Yusti en 1971 queriendo mostrar con esto la fragilidad y rapidez del amor.

A pesar de los años que han pasado, se sigue recordando a Ibn Zaydun como uno de los poetas más importantes de la historia de Andalucía, mientras de Wallada pocos datos reales certificados se conocen, y según algunos los historiadores, se cree que muchas de los datos que se difunden es solo una imagen occidentalizada de la figura de Wallada, que no termina de concordar con los datos que se tienen de la figura de la mujer en Al-Ándalus. Por otro lado, otros historiadores mantienen que la figura de Wallada fue una brisa de aire para un califato dominado por hombres.